Como todos sabéis, ya mayor y viudo, Fernando el Católico se enfrentó a su yerno Felipe el Hermoso, que quería para si todo el poder en Castilla. Para evitarlo, el monarca decidió casarse con una jovencita muy fogosa de 16 añitos, Germana de Foix, sobrina del rey Francés, para tener descendencia con ella y evitar que Felipe heredase el Reino de Aragón.
Lo que ocurrió es que Felipe el Hermoso murió joven, y su mujer, Juana la Loca, fue declarada incapacitada, de manera que Fernando se convirtió en Regente de Castilla, con lo que el problema quedaba resuelto
Sin embargo, la joven Germana le siguió exigiendo cumplimiento al envejecido Fernando, ya sexagenario, que tuvo que recurrir a los testículos de toro para estimular su potencia sexual.
Pero la edad pesa y el remedio no funcionó con el monarca que, abrumado por las exigencias de la fogosa Germana, recurrió a la cantárida (Lytta vesicatoria), un insecto que vive en los algunos árboles y cuyo organismo contiene una sustancia que provoca la dilatación general de los vasos sanguíneos (lo mismo que hace la moderna Viagra).
Los efectos vasolidatadores de la cantárida son generales y podían provocar hemorragias cerebrales. Y eso es lo que le ocurrió a Fernando el Católico , que murió de una apoplejía, la pena es no saber si fue en acto de servicio o en los prolegómenos.
La historia de la ardorosa Germana no acaba aquí, en 1516 Carlos I, con 16 años, llega a Castilla para tomar posesión de sus reinos y conoce a su abuelastra, iniciándose una relación incestuosa que culminaría con el nacimiento de su hija Isabel en 1518.
Fuente: Los Polvos de la Historia, de José Ignacio de Arana.
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