Los egipcios utilizaban prótesis para ayudar a caminar a las personas con amputaciones en los pies, según un estudio de la Universidad de Manchester (Reino Unido) hecho público esta semana. La autora del estudio, la egiptóloga Jacky Finch, identificó dos dedos gordos del pie artificiales, uno de ellos encontrado en las extremidades de una momia, y ha llegado a la conclusión de que podrían ser las prótesis más antiguas de las que se tiene noticia.
Una de ellas es un artefacto de madera y piel de tres piezas delMuseo Egipcio de El Cairo, y la segunda un dedo artificial fabricado con una especie de papel maché hecho de lino, pegamento y yeso que está expuesto en el Museo Británico de Londres. Finch está convencida de que las prótesis, que datan del año 600 a.C, se utilizaron para ayudar a personas amputadas cientos de años antes de que los romanos emplearan piernas protésicas.
Para probarlo, la egiptóloga trabajó con dos voluntarios a quienes faltaba el dedo gordo del pie derecho y empleando réplicas exactas de los artefactos egipcios. A los voluntarios se les pidió que llevaran las réplicas y que calzaran sandalias como las de la época, y uno de ellos fue capaz de caminar con gran eficacia con ambos dedos artificiales.
Los dos voluntarios coincidieron en que se sintieron especialmente cómodos con la prótesis del museo de El Cairo, que tiene una bisagra para facilitar el movimiento, un borde frontal biselado y una parte inferior aplanada. En cambio, la prótesis del Museo Británico se deterioraba de manera considerable, lo que hacía más incómodo su uso.
Finch explicó en la revista médica The Lancet que las réplicas superaron una serie de pruebas, como la resistencia a las fuerzas implicadas en el proceso de andar, o la proporción y la apariencia, elementos fundamentales para considerar eficaces las prótesis.También superaron el de la funcionalidad, en lo relativo a la facilidad de ponérselas y quitárselas para mantenerlas limpias, y, lo más importante, la de la evaluación de los usuarios: efectivamente, las prótesis les ayudaban a caminar mejor.
Finch recuerda en su artículo que el dedo gordo del pie aguanta aproximadamente el 40% del peso del cuerpo y que es el responsable del movimiento de propulsión al andar, aunque señala también que las personas que lo pierden suelen adaptarse bien.
El deterioro del dedo artificial de Londres y la sofisticación en el diseño del dedo de El Cairo llevó a Finch a la conclusión de que "esos dedos fueron llevados por sus propietarios en vida y no simplemente añadidos al pie durante el proceso de momificación o por razones religiosas o de ritual". "Hasta que pudimos probar las réplicas de ambos dedos con la ayuda de voluntarios y en condiciones de laboratorio, seguíamos teniendo dudas sobre si pudieron ayudar a caminar a sus dueños", dice.
"Mis hallazgos sugieren con solidez que ambos diseños fueron capaces de funcionar con piezas de recambio para el dedo del pie perdido y que, por lo tanto, podrían ser clasificados comoartefactos protésicos", afirma Finch en su artículo.
Si este es el caso, concluye, "parece que los primeros atisbos de esta rama de la medicina deben atribuirse claramente a los antiguos egipcios".
Una de ellas es un artefacto de madera y piel de tres piezas delMuseo Egipcio de El Cairo, y la segunda un dedo artificial fabricado con una especie de papel maché hecho de lino, pegamento y yeso que está expuesto en el Museo Británico de Londres. Finch está convencida de que las prótesis, que datan del año 600 a.C, se utilizaron para ayudar a personas amputadas cientos de años antes de que los romanos emplearan piernas protésicas.
Para probarlo, la egiptóloga trabajó con dos voluntarios a quienes faltaba el dedo gordo del pie derecho y empleando réplicas exactas de los artefactos egipcios. A los voluntarios se les pidió que llevaran las réplicas y que calzaran sandalias como las de la época, y uno de ellos fue capaz de caminar con gran eficacia con ambos dedos artificiales.
Los dos voluntarios coincidieron en que se sintieron especialmente cómodos con la prótesis del museo de El Cairo, que tiene una bisagra para facilitar el movimiento, un borde frontal biselado y una parte inferior aplanada. En cambio, la prótesis del Museo Británico se deterioraba de manera considerable, lo que hacía más incómodo su uso.
Finch explicó en la revista médica The Lancet que las réplicas superaron una serie de pruebas, como la resistencia a las fuerzas implicadas en el proceso de andar, o la proporción y la apariencia, elementos fundamentales para considerar eficaces las prótesis.También superaron el de la funcionalidad, en lo relativo a la facilidad de ponérselas y quitárselas para mantenerlas limpias, y, lo más importante, la de la evaluación de los usuarios: efectivamente, las prótesis les ayudaban a caminar mejor.
Finch recuerda en su artículo que el dedo gordo del pie aguanta aproximadamente el 40% del peso del cuerpo y que es el responsable del movimiento de propulsión al andar, aunque señala también que las personas que lo pierden suelen adaptarse bien.
El deterioro del dedo artificial de Londres y la sofisticación en el diseño del dedo de El Cairo llevó a Finch a la conclusión de que "esos dedos fueron llevados por sus propietarios en vida y no simplemente añadidos al pie durante el proceso de momificación o por razones religiosas o de ritual". "Hasta que pudimos probar las réplicas de ambos dedos con la ayuda de voluntarios y en condiciones de laboratorio, seguíamos teniendo dudas sobre si pudieron ayudar a caminar a sus dueños", dice.
"Mis hallazgos sugieren con solidez que ambos diseños fueron capaces de funcionar con piezas de recambio para el dedo del pie perdido y que, por lo tanto, podrían ser clasificados comoartefactos protésicos", afirma Finch en su artículo.
Si este es el caso, concluye, "parece que los primeros atisbos de esta rama de la medicina deben atribuirse claramente a los antiguos egipcios".
Publicado originalmente aquí
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