París revivió el pasado martes las primeras horas de la liberación de de los nazis a cargo de la novena compañía de la División Leclerc, formada por republicanos españoles. El Guadalajara, el Madrid, el Belchite -nombres que les pusieron a sus tanques- entraron en la plaza del Ayuntamiento 67 años después de aquel 24 de agosto de 1944, para rodar una de las escenas culminantes de Tornarem, la serie de TV-3 inspirada en la epopeya de unos soldados maltratados por la historia. Simplemente, se olvidó de ellos.
El espectacular despliegue bélico despertó la curiosidad de los parisinos. «No tenía ni idea de que los primeros que llegaron aquí fueron españoles», confesó una ciudadana, intrigada por el nombre de los carros de combate. Normal. En las crónicas, el blindado Guadalajara fue rebautizado como Dromilly y el oficial Amado Granel, sustituido por Raymond Dromme. Nadie hizo referencia a los catalanes, aragoneses, madrileños y andaluces de la novena compañía de la Segunda División Blindada, la Leclerc, que ellos llamaban la Nueve.
«Queremos dar a conocer una historia de héroes republicanos desconocida para el gran público», explica el director, Jaume Soler, gran conocedor de la época. «La película es un reconocimiento al esfuerzo de estos hombres que protagonizaron un momento tan simbólico de la segunda guerra mundial como es la liberación de París. Llegaron solos, y se metieron en la boca del lobo», subraya.
En torno al relato ficticio de un matrimonio de Barcelona separado por la guerra, Tornarem es, pues, un ejercicio de recuperación de la memoria histórica. Una producción financiada mayormente por la televisión catalana, que aporta el 45% de los tres millones de euros del presupuesto. El resto va a cargo de TVE, que asume un 15% del coste, la Generalitat y el Ministerio de Cultura. La miniserie, que consta de dos capítulos de 90 minutos, se estrenará en TV-3 la próxima temporada.
Esta semana ha finalizado el rodaje en París. Además de las escenas en el Hôtel de la Ville (el Ayuntamiento) se han filmado exteriores en los muelles del Sena y en dos calles de la ciudad. «Sin la ayuda de Anne Hidalgo -teniente del alcalde del socialista Bertrand Delanoe y descendiente de un republicano- hoy no estaríamos aquí», admite el productor, Raimon Masllorens, mientras supervisa las tomas de la entrada de los tanques bajo un cálido sol primaveral. «Esta es buena, ¡cojonuda!», exclama el ayudante de dirección. Tras dos intentos fallidos, la tercera entrada del convoy en la plaza salió de perlas. El equipo está pendiente de cada detalle. Hasta de la tonalidad del barro. Tanto los actores como los extras -en la producción participan 1.500 figurantes- parecen recién salidos del túnel del tiempo.
Pronto entran en escena los protagonistas. Roger Coma, en el papel de Felip, un republicano que se alista en la legión extranjera y acaba en la resistencia, separado de su esposa, Lola (interpretada por Bea Segura). Oriol Terrason es Manel, maquis del Pirineo y amante de Bea en ausencia del exiliado que acabaría integrándose en la Nueve. Para Coma «es una gran responsabilidad» encarnar a los hombres que lucharon contra Hitler convencidos de que, tras la caída del Führer, vendría la de Franco.
Sus compañeros también sienten sobre los hombros el peso de la Historia. «Nos hemos dado cuenta de que todos tenemos familiares que han vivido esto y que no sabíamos nada. Si no hubiera sido por la película no habría hablado de ello con mi abuela», confiesa Terrason. «Lo he vivido como un privilegio, ha sido una experiencia muy intensa», comenta Segura.
Masllorens, que lleva cuatro años en el proyecto, considera «un deber», contar la trayectoria de estos valerosos republicanos, también los primeros en liberar el Nido del Águila, la residencia del Führer en los Alpes. Tras filmar el último plano, Coma y Terrason visitaron a Luis Royo, uno de los últimos supervivientes de la Nueve.
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