El liderazgo político en España se encuentra huérfano y, desgraciadamente, los ciudadanos españoles no están protegidos por una democracia auténtica. De hecho, la dictadura de los partidos políticos ha instaurado un malvado régimen que puede denominarse como "partitobancacracia". Este sistema, gestionado por una oligarquía política y patrocinado por una élite financiera, expolia a ciudadanos y empresas para mantener sus desproporcionados e injustos privilegios.
La casta política se ha convertido en una clase opresora que, en connivencia con la banca, está empobreciendo a la clase media (el principal elemento estabilizador de España) y destruyendo a las pymes y a los autónomos (la base del tejido empresarial español). El control político, ejercido mediante un modelo de Estado autonómico fundamentado en la politización, la puesta en práctica de estrategias políticas clientelares y la concesión de subvenciones amigas, es la herramienta que sostiene al citado sistema.
La politización de la Administración (y el deficitario sector público empresarial), de la Justicia, de la educación y de la mitad del sistema financiero español (las extintas cajas de ahorros) han convertido a España en un país tercermundista si atendemos a la existencia de unos dirigentes enriquecidos y a una clase media y a unas pymes en vías de extinción.
Igualmente, la construcción de una red clientelar, sustentada por un entramado político institucional creado en torno a los gobiernos autonómicos y a los ayuntamientos, ha provocado que una gran parte de ciudadanos y empresas dependan del poder político para subsistir. (Las subvenciones han constituido un instrumento eficaz para lograr este propósito).
La economía española no podrá salir de la UCI mientras el problema político no se solucione. Y es que el "sistema partitobancacrático" representa el mayor obstáculo para la recuperación económica de nuestro país. España necesita una completa regeneración democrática (comenzando por un cambio en la ley electoral y de los partidos políticos, eliminando subvenciones a los partidos, los sindicatos y la patronal, desprofesionalizando el ejercicio de la política y profesionalizando la gestión...) y, sobre todo, una reforma del modelo de Estado.
¿Por qué la casta política confunde austeridad con recortes? La austeridad debe imponerse en la Administración (gasto público-político, duplicidades y triplicidades administrativas, personal político sobrante...) y no aplicarse indiscriminadamente a ciudadanos, pymes y autónomos en forma de recortes. Los impuestos de los españoles no se pueden destinar a financiar el gasto público y el gasto político improductivo. Del mismo modo, la Administración no puede absorber (para mantener a la casta) el crédito que necesita la economía productiva.
La crisis sería historia si la economía española no tuviera el tapón político que tiene. Y lo primero que debería hacer el Gobierno es centrarse en el primer problema de nuestro país: el sistema político corrupto creado en torno a un modelo de Estado económicamente insostenible. La economía de España depende de ello, pero acometer esta misión implica liderazgo político. Y no es extraño que, aprovechando esta falta de liderazgo del Gobierno central, los enemigos de la unidad de España quieran independizarse.
Siguen cohabitando las dos Españas de Machado. La España de los brotes verdes conformada por la casta política y la España seca integrada por los parados, los desahuciados, las arruinadas pymes, los esquilmados autónomos, las familias que no llegan a final de mes... El ejemplo es la esencia del verdadero liderazgo, pero casi ningún miembro de la casta política conoce esta máxima. Por eso, ahora más que nunca, necesitamos el contrapoder de la sociedad civil y de los medios de comunicación.
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