Uno de los muchos puntos oscuros del nazismo y que más polémica suscita fue la relación de los nazis con la Iglesia Católica. Sin necesidad de entrar en polémicas fundamentalistas, uno se pregunta qué hay de verdad en lo que se lee y se oye sobre este tema.
El motivo del post de hoy no es intentar aclarar esta cuestión, conocemos nuestras limitaciones, sino compartir con vosotros algunos de estos testimonios que junto con algunas citas del propio Hitler quizás nos ayuden a resolver, al menos, una simple pregunta.
¿Qué pensaba Hitler sobre la Iglesia Católica?
Hermann Rauschning (1887-1982) fue un terrateniente alemán nacido en Thorn (Polonia), ingresó al Partido Nazi en 1931 ascendiendo rapidamente hasta llegar a ser Presidente del Senado de Danzig en 1933.
Durante este período estableció directas relaciones con buena parte de la dirigencia nazi, reuniéndose en varias ocasiones con el propio Hitler.
Habiéndose arrepentido del nazismo tras conocerlo por dentro, renunció al partido en noviembre de 1934, exiliándose en los EEUU.
Durante este período estableció directas relaciones con buena parte de la dirigencia nazi, reuniéndose en varias ocasiones con el propio Hitler.
Habiéndose arrepentido del nazismo tras conocerlo por dentro, renunció al partido en noviembre de 1934, exiliándose en los EEUU.
En 1939 escribió su famoso y controvertido libro, "Hitler me dijo". Según su autor, este libro recoge el contenido de diversas reuniones y conversaciones que el líder nazi mantuvo con su círculo más cercano y de las que él mismo fue testigo y partícipe directo. En el libro Rauschning relata estas reuniones donde Hitler "expuso sin tapujos sus ideas verdaderas, ideas que siempre ocultó".
En el capítulo VII de "Hitler me dijo", El Anticristo, Hitler se refiere a su visión acerca de las religiones y de la Iglesia Católica:
Hitler quería un cristianismo vacío, panteísta, inmanente, al servicio de la nación y el Estado, de jóvenes. Contra el clero, películas que lo denigraran. A pesar de las muchas mentiras vertidas sobre la relación entre Hitler y la Iglesia Católica, ésta constituyó siempre un dolor de cabeza para el Führer. Como todos los totalitarismos, Hitler intentó destruir a la Iglesia Católica empezando por la alemana.
«¿Las religiones? Tanto valen unas como otras. Ninguna tiene porvenir, para los alemanes cuando menos. El fascismo puede, si quiere, hacer su paz con la Iglesia. Yo haré lo mismo. ¿Por qué no? Ello no me impedirá en absoluto extirpar el cristianismo de Alemania. Los italianos, gentes candorosas, pueden ser al mismo tiempo paganos y cristianos. Los italianos y los franceses, si radican en el campo, son paganos. Su cristianismo es superficial, epidérmico.
Pero el alemán es distinto. Toma las cosas en serio: es cristiano o pagano, pero no ambas cosas. Por otra parte, como Mussolini nunca hará de sus fascistas héroes, poco me importa que sean paganos o cristianos. Para nuestro pueblo, por el contrario, la religión es una cuestión capital. Todo depende de saber si permanecerá fiel a la religión judeocristiana y a la moral servil de la piedad, o si tendrá una fe nueva, recia, heroica, en un dios inmanente, en la Naturaleza inmanente, en la nación misma, en un dios inseparable de su destino y de su sangre.».
«Dejemos a un lado las sutilezas. Que se trate del Antiguo Testamento, o del Nuevo, o de las solas palabras de Cristo, como quiere Houston Stewart, Chamberlain, todo ello no es más que un solo y mismo bluf judaico. ¡Una Iglesia alemana! ¡Vaya una broma! Se es o bien cristiano, o bien alemán; mas no se puede ser ambas cosas a la vez.
Podréis expulsar a Pablo de la cristiandad. Otros ya lo hicieron. Puede hacerse de Jesús una noble figura y negar a un tiempo su divinidad. Es cosa de todos los tiempos. Hasta creo que existen en América y en Inglaterra, aún hoy, cristianos de esa catadura, llamados «unitarios» o algo por el estilo. Todas esas exégesis no sirven propiamente para nada. Por ese camino nunca llegaremos a libertarnos de ese espíritu cristiano que queremos destruir. No más hombres de mirar torcido hacia el «más allá».
El propio libro de Rauschning no se libra de la polémica, para muchos historiadores no fue sino una invención urdida por los servicios secretos aliados para desacreditar al Reich.
León Degrelle nos entrega un testimonio totalmente opuesto. Degrelle fue fue un político belga, que combatió junto a las fuerzas del Eje en la Segunda Guerra Mundial en la Legión Valonia, una unidad extranjera adscrita a las Waffen SS, logró escapar a España, donde el régimen de Francisco Franco lo protegería durante décadas de la sentencia de muerte por crímenes de guerra pronunciada en su contra. Vivió tranquilamente en España hasta su muerte en Málaga en el año 1994 a la edad de 88 años.
"¿Creía Hitler en Dios? Creía profundamente en Dios. Llamaba a Dios el Todopoderoso, maestro de todo lo que es conocido y desconocido. Los propagandistas describieron a Hitler como un ateo. No lo era. Sentía desprecio por los clérigos hipócritas y materialistas, pero no era el único que así pensaba. Creía en la necesidad de modelos y dogmas teológicos, sin los cuales, decía repetidamente, la gran institución de la iglesia Cristiana se derrumbaría. Estos dogmas chocaban con su inteligencia, pero reconocía que era duro para una mente humana abarcar todos los problemas de la creación, su ilimitada extensión y su imponente belleza. El aprendió que todo humano tenía necesidades espirituales. La canción de un ruiseñor, la forma y color de una flor, le llevaban continuamente a los problemas de la creación. Nadie en el mundo me ha hablado tan elocuentemente acera de la existencia de Dios. No tenía este punto de vista por haber sido educado como un cristiano, sino porque su mente analítica le llevaba al concepto de Dios. La fe de Hitler trascendía de fórmulas y accesorios.
Dios era para él la base de todo, el ordenador de todas las cosas, de su destino y del de todos los demás. "
Por si no fuese suficiente el propio Hitler viene a complicar las cosas más todavía, como podemos ver en las siguientes citas:
"Soy ahora, como antes, católico, y siempre lo seré."
Adolf Hitler, al general Gerhard Engel, 1941
"Estamos convencidos de que la gente necesita y requiere esta fe. Por lo tanto hemos llevado a cabo la lucha contra el movimiento ateo, y esto no sólo con unas pocas declaraciones teóricas: lo hemos aplastado."
Adolf Hitler, en un discurso en Berlín, 24/10/1933
"El hecho de que el Vaticano esté concluyendo un tratado con la nueva Alemania significa un reconocimiento del estado Nacionalsocialista por parte de la Iglesia Católica. Este tratado muestra a todo el mundo, clara e inequívocamente, que la afirmación de que el Nacionalsocialismo es hostil a la religión es una mentira."
Adolf Hitler escribiendo al Partido Nazi, 22/07/1933; de "Hitler's Pope", por John Cornwell
"Estoy convencido de que actúo como agente de nuestro Creador. Al combatir a los judíos estoy haciendo la voluntad del Señor."
Adolf Hitler
"La grandeza del cristianismo no estuvo en intentar negociaciones de compromiso con otras opiniones filosóficas similares del mundo antiguo, sino en su inexorable fanatismo al predicar y pelear por su propia doctrina."
Adolf Hitler, "Mein Kampf", vol. 1, Cáp. 12
Más información sobre este tema:
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1 comentarios:
Hola:
Rauschning es un personaje con muy poco crédito en la historia. Ningún historiador actual da crédito a sus libros. De hecho todas las afirmaciones de Rauschning son inventadas. Es absolutamente imposible retener en la memoria parrafos enteros que este hombre atribuye a Hitler. Prueba tu a mantener una conversación con alguien y después de unas horas intenta escribir lo que ha dicho: es imposible. Al principio este hombre fue tomado en serio, incluso por Trevor-Roper, pero incluso éste quedó en entredicho por haber bebido de las fuentes de Rauschning. Rauschning no fue un jerarca del nazismo. Solamente cuando vio que no pudo ascender, despotricó del régimen convirtiéndose en un enemigo. Es natural que no haya que fiarse de sus declaraciones, a todas luces fantasiosas.
Quedo a tu disposición.
Saludos
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