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2 de julio de 2011

La Cartilla Escolar Antifascista

Esta es la primera entrada de una serie en la que quiero compartir con vosotros tres obras fundamentales para entender mejor el periodo histórico de la II República y el ideario y las motivaciones de sus protagonistas.

En esta primera, empezaremos por el final, con una República en Guerra pero todavía fiel a los principios del ya lejano 1931.

En las dos entradas que restan para completar esta serie veremos El Evangelio de la República y El Niño Republicano.

Que disfrutéis con la lectura:

Que la II República Española daba una importancia capital a la cultura y a la educación es algo sabido por todos, las Misiones Pedagógicas o la ingente creación de escuelas en los primeros años del nuevo régimen, son buena prueba de ello.

No debemos olvidar que en 1930 la tasa de analfabetismo en España era casi del 40% y había un millón de niños sin escolarizar. De los aproximadamente veintitrés millones de habitantes del país, más de seis millones de adultos eran analfabetos.

Uno podría pensar que el inicio de la Guerra Civil y los cambios en la política del Estado, destinando la mayoría de los recursos a ganar la guerra, supusieron un freno, cuando no la cancelación del proyecto educativo de la República.

Nada más lejos de la realidad.

El Gobierno de la República supo ver, en el enorme desafio que planteba un ejercito formado por miles de milicianos analfabetos, el papel crucial que la instrucción y la cultura podían jugar tanto como proyecto pedagogico para los soldados, como elemento de propaganda y dador de moral y disciplina.

Para ello el gobierno republicano creó las Milicias de Cultura que se encargaban de alfabetizar a los camaradas en épocas de calma bélica, de llevar libros a través de las Bibliotecas al Frente , o la creación de asociaciones como Cultura Popular y, finalmente, la creación de los Institutos para Obreros en varias ciudades.

Pero de entre todas estas iniciativas destaca por méritos propios la creación en 1937 de la Cartilla Escolar Antifascista.

En el año 1937 el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, dirigido por Jesús Hernández y con Josep Renau ocupando la Dirección General de Bellas Artes, publicaba la Cartilla Escolar Antifascista.

Un silabario, texto dedicado a la enseñanza inicial de la lectura y la alfabetización, destinado a ser repartido a los milicianos del Ejercito Republicano para ayudarles a salir de la situación de analfabetismo en que se encontraban.

La propia Cartilla dejaba bien claro su razón de ser:
La lucha por la cultura del pueblo español, que la reacción mantenía en la ignorancia y el analfabetismo, va unida inseparablemente a la lucha ideológica y política contra el fascismo. El pueblo español está derrotando al fascismo con las armas en la mano. Los maestros y todos los trabajadores de la cultura deben hacer honor a este ejemplo, derrotando también al fascismo con los libros y con la pluma.
Extracto del prologo de la obra.
La Cartilla fue diseñada totalmente por el tipógrafo e ilustrador Mauricio Amster, entonces director de publicaciones del Ministerio.

Cartel de Mauricio Amster

Amster, uno de los grandes creadores del diseño gráfico español de los años 30, incorporó en su trabajo un espléndido conjunto de fotomontajes basados en las fotografías de José Valdelomar y José Calandín.
Con la victoria y la paz y el engrandecimiento de la sociedad española pondremos tan alto el nombre de España que, cuando salgamos al mundo, el apellido español será un honor difícil de alcanzar; porque entonces, los españoles podrán salir de su tierra, y, sin cólera, pero con altivez, arrojarles en la cara a los demás su papeleta: Ahí tenéis la Libertad y la Justicia que nosotros hemos conquistado para todos.
Extracto de un discurso de Manuel Azaña recogido en la Cartilla.
El texto de la edición original se compuso en los talleres de Tipografía Moderna, con fotocromía, técnica de coloreo que une fotografía en blanco y negro y litografía en color, e impresión de Gráficas Valencia.

Fotografías de milicianos con la Cartilla

Hubo dos ediciones de la Cartilla, ambas en 1937, y se calcula que pudieron sumar entre las dos más de 200.000 ejemplares.

Su estructura era la de un cuadernillo de medio folio (23x16cm) y 52 páginas.

Como ya hemos dicho, la Cartilla se distribuyo profusamente entre los soldados que combatían en el frente, en los dos años escasos que transcurrieron desde su publicación a la derrota de la República, se calcula que más de trescientos mil españoles adultos accedieron por primera vez a la alfabetización gracias a la Cartilla Escolar Antifascista.
Ya sabéis leer; ya sabéis escribir. Un nuevo mundo se abre ante vuestros ojos y ante vuestra conciencia. Este mundo magnífico lo habéis conquistado mientras en una mano sosteníais la Cartilla y en la otra el fusil como si montarais la guardia de vuestro derecho a la instrucción.
Extracto de la carta del Ministro de Instrucción Jesús Hernández,
con que finalizaba la Cartilla.
A continuación tenéis algunas capturas de las páginas de la Cartilla:


Hoy en día podemos decir que La Cartilla Escolar Republicana es uno de los elementos más mitificados de aquella República en Guerra.

Pocos símbolos pueden ser más representativos del ideario republicano que aquel puñado de hojas, y pocas imágenes tan emotivas, como el miliciano haciendo guardia en la trinchera con un ejemplar sucio y ajado de la cartilla entre sus manos, mientras intenta aprender a leer.

Quizas, con un poco de suerte, volvamos a entender los españoles que la cultura y la educación es el único camino hacia el futuro y el progreso, no porque no haya otros, sino porque estos otros te llevan a sitios donde no merece la pena ir.


Fuentes de la entrada:
- 01
- 02
- 03
- 04
- 05
- 06: La emoción de las Cosas, Antonio Muñoz Molina



1 comentarios:

Manoli dijo...

El artículo me ha gustado. El tema de los manuales escolares me apasiona, de hecho tengo una gran colección. Nada más que quería puntualizar que la mayoría de los libros de texto publicados durante la Republica, eran los mismo que durante la Dictadura de Primo y los mismos que se siguieron publicando durante el franquismo.