Quién le iba a decir al ciudadano romano Vesonius Primus aquel 24 de Agosto del 79 a.C, que terminaría el día huyendo a toda prisa bajo una nube de cenizas hacia el puerto de Pompeya, luchando por salvar su vida.
Llevaba consigo lo poco de valor que había conseguido reunir en tan poco tiempo, pero había tenido la precaución de dejar a su perro guardián atado en el atrio de su villa.
Del destino de Vesonius, nada se sabe, pero sí conocemos el de su perro. Paso la noche luchando contra la capa de cenizas que se iba depositando en el suelo, escalando la montaña que se iba formando, hasta que llego al límite de su cadena y murió de asfixia.
Al igual que otras víctimas, su cuerpo al descomponerse dejó un hueco en la capa de ceniza que siglos después los arqueólogos rellenaron de yeso obteniendo el molde exacto de su cuerpo.
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1 comentarios:
Hay un error en la fecha. La erupción fue en el año 79 después de Cristo, no antes.
SAludos
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