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25 de noviembre de 2009

~ Breve esbozo del papel de la mujer en la Historia

Como sabréis, lectores, hoy se celebra el día Internacional Contra la Violencia de Genero, desde la Estantería de Arriba queremos sumarnos a las voces que claman contra el maltrato femenino, es un deber de todos poner fin a esta lacra, que sufre nuestra sociedad.

Os preguntaréis de qué manera un blog, que aspira a la divulgación histórica, puede sumarse a esta iniciativa. Pues bien, citando a nuestros mayores, de aquellos barros estos lodos.

Si algo no enseña la historia es que todo tiene un porque, no existe la generación espontanea, y el maltrato femenino, desgraciadamente, tiene una larga historia.

Para el post de hoy he recopilado, de forma breve, varias citas de autores antiguos, y no tan antiguos, sobre la mujer así como un breve esbozo de la situación de las mujeres a lo largo de la historia.

"La mujer es un hombre inferior".
Aristóteles "Poética" (323 a. de C.)

"Tal es la estupidez del carácter de la mujer que en todas las cuestiones le incumbe desconfiar de sí misma y obedecer al marido"
Confucio (ca. 500 a. de C.)

"De aquellos que nacieron como hombres, todos los que fueron cobardes y malvados fueron transformados, en su segundo nacimiento, en mujeres"
Platón "Timeo" (ca. 360 a. de C.)

"Existe un principio bueno que creó el orden, la luz y el hombre, y un principio malo que creó el caos, la oscuridad y la mujer"
Pitágoras (Siglo VI. a. de C.)

"Las niñas empiezan a hablar y a tenerse en pie antes que los chicos porque los hierbajos siempre crecen más deprisa que los buenos cultivos"
Martín Lutero "Conversaciones de sobremesa" (1533)

"Es evidente que todos los desastres, o una enorme proporción de ellos, se deben al carácter disoluto de las mujeres"
León Tolstoi "Diario" (19-XII-1900)

"Está inextricablemente embrollado en la materia (es decir, la madre) y, además, es algo viscoso, sucio y rezumante que te hace vomitar"
Jean-Paul Sartre "La náusea" (1938)


Por supuesto, los textos religiosos no iban a ser ajenos a todo esto.

En la Biblia podemos encontrar numerosos ejemplos:


1Ti. 2.11 La mujer aprenda en silencio con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio.

1 Co. 14.34 Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también lo dice la ley. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación.

1Co. 11.7 Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón. Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. . .

Génesis 3.16 [...] y tu deseo será para tu marido, (tu voluntad será sujeta a tu marido) y él se enseñoreará de tí...

Así como en el Coran:


"Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Alá ha dado a los hombres sobre las mujeres y de los bienes que gastan. Las mujeres virtuosas son devotas y cuidan, en ausencia de sus maridos, de lo que Alá manda que cuiden. ¡Amonésten a aquéllas de quienes tengan temor que puedan rebelárseles, déjenlas solas en el lecho, y péguenles! Si les obedecen, no se metan más con ellas. Alá es excelso, grande." (4:34).

"Alá les ordena lo siguiente en lo que toca a sus hijos: que la porción del varón equivalga a la de dos hembras. Si éstas son más de dos, les corresponderán dos tercios de la herencia. Si es hija única, la mitad." (4:11).

Ya comentamos los remedios sexuales de nuestro amigo Plinio el Viejo, sus opiniones sobre las mujeres, desde luego, no desmerecen en absoluto:

“El contacto con el flujo mensual de la mujer amarga el vino nuevo, hace que las cosechas se marchiten, mata los injertos, seca semillas en los jardines, causa que las frutas se caigan de los árboles, opaca la superficie de los espejos, embota el filo del acero y el destello del marfil, mata abejas, enmohece el hierro y el bronce, y causa un terrible mal olor en el ambiente. Los perros que prueban la sangre se vuelven locos, y su mordedura se vuelve venenosa como las de la rabia. El Mar Muerto, espeso por la sal, no puede separarse excepto por un hilo empapado en el venenoso fluido de la sangre menstrual. Un hilo de un vestido infectado es suficiente. El lino, cuando lo toca la mujer mientras lo hierve y lava en agua, se vuelve negro. Tan mágico es el poder de las mujeres durante sus períodos menstruales, que se dice que lluvias de granizo y remolinos son auyentados si el fluido menstrual es expuesto al golpe de un rayo”

"A las vírgenes a las que les llega el momento de casarse y no se casan, les ocurre, sobre todo con la llegada de la regla, lo que antes no les había pasado, pues entonces la sangre gotea en la matriz como si quisiera salir fuera. Así pues, cuando el orificio de salida no está abierto y la sangre afluye en mayor cantidad a causa de la alimentación y el aumento del cuerpo, entonces, como no tiene salida, sube en virtud de su cantidad hacia el corazón y el diafragma. De este modo, cuando estas zonas están llenas, el corazón se entorpece y, tras el entorpecimiento, llega el sopor y luego, a consecuencia de éste, estas jóvenes se ven asaltadas por desvaríos. Estando así las cosas, la mujer se vuelve loca a consecuencia de la inflamación aguda; a consecuencia de la putrefacción, siente deseos de matar; a consecuencia de la presión ejercida sobre el corazón, desea estrangular y a consecuencia del deterioro de la sangre, su espíritu agitado y angustiado se pervierte. Además, la enferma dice cosas terribles... La liberación de este mal está cuando se logra que nada impida la salida de la sangre. Por eso, yo aconsejo a las vírgenes que cuando tengan tales trastornos, enseguida se casen con un hombre, pues si quedan embarazadas se curan, y si no, al llegar a la pubertad o poco después, son atrapadas por este mal, si no por otro. De entre las mujeres casadas, son las estériles las que más sufren estos trastornos."

La mujer en la familia a lo largo de la historia:


La mujer ha ocupado, como regla general, una posición subordinada con respecto al hombre en las sociedades anteriores a la actual. Esta posición secundaria se ha visto ligada también a una determinada estructura familiar que diferenciaba los roles de género.

Analicemos brevemente, ejemplos de la situación de la mujer en la familia:

La Familia en la Grecia Clásica.

Los derechos de la mujer no aumentaron con respecto a las civilizaciones egipcia y mesopotámica. Las leyes reconocían el divorcio y el repudio de la esposa sin necesidad de alegar motivo alguno. La mujer, sólo en caso de malos tratos, podía conseguir que se disolviera el matrimonio. Por lo demás, pasaba toda su vida confinada en el hogar, y tenía a su cargo el cuidado de los hijos y de los esclavos sin que se le permitiera participar en los negocios públicos. De niña vivía al lado de su madre y se casaba a los 15 años sin ser consultada.

La Familia en la Roma Clásica.

La familia romana era esencialmente patriarcal. El padre de familias, o sea, el marido, constituía la cabeza visible de la misma y ejercía una autoridad completa sobre los demás miembros de la casa. Aunque la mujer romana mejoró su posición respecto a la griega, siempre estuvo bajo la tutela del varón.

La Familia en el Mundo Musulmán.

Como en el resto del mundo musulmán, la familia de la sociedad de Al-Andalus era esencialmente patriarcal; el padre de la familia ejercía su poder sobre la esposa, los hijos y los criados; la poligamia era corriente entre los ricos, pero los pobres eran monógamos por necesidad.

La mujer en el sistema económico feudal.

La mujer tenía a su cargo todas las funciones domésticas. Ella amasaba el pan, preparaba la comida, cuidaba de los animales domésticos y al mismo tiempo, ordeñaba la vaca que proporcionaba la leche, tan necesaria en la dieta de una economía de subsistencia. En realidad estaba muy especializada en la elaboración de productos alimenticios: conservas, pasteles, dulces, embutidos, etc.

La mujer en el Antiguo Régimen.

Durante el Antiguo Régimen, el concepto que se tenía de la mujer y de su papel social sufrió importantes modificaciones. Las nuevas pautas, introducidas en el siglo XVI a partir del humanismo cristiano propugnado por Erasmo de Rotterdam, no rompieron del todo con la misoginia heredada de los tiempos medievales. Si bien encontramos mujeres humanistas, cultas e independientes, como Doña Mencía de Mendoza, el cometido de la mujer es fundamentalmente doméstico. Tres son sus funciones básicas: ser buena madre y esposa, ordenar el trabajo doméstico, y perpetuar la especie humana. Fray Luis de León en su obra La Perfecta Casada recoge la doctrina del Concilio de Trento y traza el perfil ideal de la mujer: modesta, recatada, obediente, sacrificada, defensora del propio honor y del familiar, educadora de los hijos, etc. Pero este perfil no era del todo real. En la España del XVII eran corrientes las relaciones prematrimoniales, y como no se contraía matrimonio por amor, abundaban el adulterio, los hijos bastardos y el aborto.

La mujer en la legislación romana (base de la europea y de la estadounidense de hoy).

El marido y la mujer eran considerados como uno, ya que la mujer era una ‘posesión’ del marido. Como tal, la mujer no tenía control legal sobre su persona, sus tierras, su dinero o sus hijos. De acuerdo con una doble moralidad, las mujeres respetables tenían que ser castas y fieles, pero los hombres respetables no. En la edad media, bajo la legislación feudal, las tierras se heredaban por línea masculina e implicaban poder político, lo que favorecía aún más la subordinación de la mujer.

Hubo, sin embargo, algunas excepciones en distintos lugares y en distintos tiempos:

En la antigua Babilonia y en Egipto las mujeres tenían derecho a la propiedad y en la Europa medieval podían formar parte de los gremios artesanos. Algunas mujeres ostentaban autoridad religiosa como, por ejemplo, las chamanes o curanderas siberianas y las sacerdotisas romanas. En ocasiones las mujeres ostentaban autoridad política, como las reinas egipcias y bizantinas, las madres superioras de los conventos medievales y las mujeres de las tribus iroquesas encargadas de designar a los hombres que formarían parte del consejo del clan. Algunas mujeres instruidas se lograron destacar en la antigua Roma, en China y durante el Renacimiento Europeo.

Todo ello induce a que las mujeres se encuentren en una situación de desventaja en la mayoría de las sociedades tradicionales. Su educación, muchas veces se, limitó a aprender habilidades domésticas y no tenían acceso alguno a posiciones de poder.

El matrimonio fue una forma de protección (y de sumisión), aunque con una presión casi constante para dar a luz hijos, especialmente varones (caso aparte, es el caso de las princesas casaderas de las Cortes Europeas hasta practicamente el Siglo XX, su papel se limitaba a formar Matrimonios de Estado, según indicara la veleta política de turno, y engrendar un heredero legítimo varon). En estas sociedades, generalmente las mujeres casadas adquirían el estatus de su marido, vivían con la familia de él y no disponía de ningún recurso en caso de malos tratos o de abandono.


Desgraciadamente, en el caso Español, la situación de la mujer fue de manifiesta inferioridad respecto al hombre hasta fechas más bien recientes.

En la Constitución Republicana de 1931 se reconoció el derecho al voto de la mujer y el derecho a ser elegidas para cualquier cargo público. En 1932 se aprueban la Ley de Matrimonio Civil y la Ley del Divorcio, en ese momento la más progresista de Europa, ya que reconocía el divorcio por mutuo acuerdo y el derecho de la mujer a tener la patria potestad de los hijos.

Ambas leyes supusieron un duro revés para la Iglesia que veía recortadas sus funciones e influencia en el seno de la familia, y un gran paso adelante para que la mujer saliese de su órbita de influencia.

En 1936 el Gobierno de la Generalitat de Catalunya despenalizó y legalizó el aborto. No es casualidad que esto se consiguiese en una zona donde las mujeres estaban más incorporadas al trabajo industrial. En 1935 se decretó la abolición de la prostitución reglamentada, dado que hasta ese momento el cuerpo de la mujer era considerado legalmente por la burguesía como una mercancía en venta, como lo podía ser un saco de patatas o una silla.

Todos estos avances en derechos para las mujeres, como tantos otros, se convertirian en tristes recuerdos tras la Guerra Civil.

La legislacion franquista respecto a la mujer supuso una vuelta al Antiguo Régimen en todos los órdenes, le prohibía por Ley, por ejemplo, ejercer las siguientes profesiones: Abogado del Estado, Agente de cambio y Bolsa, Médico del Cuerpo Facultativo de prisiones, Técnico de aduanas, Inspector Técnico de Trabajo, fiscal, juez, magistrado, siendo tambien excluida de las oposiciones al Cuerpo Diplomático, Cuerpo de Registradores de la Propiedad y Cuerpo de Notarios.

Se prohibio el abandono del hogar a toda mujer menor de 25 años, se prohibio la entrada en el Edificio de la Bolsa a las mujeres, se recuperaron los artículos abolidos durante la República relativos a crímenes pasionales, adulterio y amancebamiento, se derroga la ley del divorcio, se prohibe el matrimonio civil, se recupera la figura legal del Parricidio por Honor, se castiga la divulgación pública, en cualquier forma, y se prohibe el uso de medios o procedimientos para evitar la procreación, así como todo género de propaganda anticonceptiva...

Para terminar de haceros una idea de las condiciones de la mujer durante el franquismo, la exigencia de la autorización marital para el ejercicio de los derechos laborales se mantiene vigente hasta la Ley de Relaciones Laborales de 1976, de forma que hasta esa fecha es necesaria la autorización marital en los actos jurídicos o económicos, algo tan simple como firmar un contrato de trabajo o abrir una cuenta en un banco necesitaba la aprobación legal del marido.

Como hemos visto la consecucion de algo tan lógico, a nuestro ojos de hoy, como la igualdad legal de hombre y mujer no fue, en absoluto, un camino de rosas.

Igualdad legal, que no efectiva, las 49 mujeres asesinadas a manos de sus parejas este año dan triste fe de ello, nuestro papel en esta larga historia es continuar esta lucha, no en vano, hoy, más que nunca, nuestra diginidad como hombres depende de la dignidad de las mujeres.

8 comentarios:

Isabel Barceló Chico dijo...

Un post excelente, el drama es el recorrido de espanto por el status de las mujeres. Toda esa cultura milenaria pesa mucho, mucho. Arrancárnosla de encima exige un esfuerzo activo. Ojala consigamos erradicar la violencia contra las mujeres. Saludos cordiales.

Anónimo dijo...

Le escribí un comentario en a el que denunciaba el sesgo sectario de su breve esbozo. Mirada monoscópica es lo que refleja, que consiste en centrarse exclusivamente en aquello que queremos que prevalezca.

Casi todo lo argumentado en su esbozo tiene su contrapartida en el lado masculino, claro que si de lo que se trata es de victimizar a un sexo y hacer del otro un ejercito de ogros despreciables, ha logrado su propósito.

Ya que cita el Corán, le recuerdo:

“Allah ha dado los mismos derechos a las mujeres que a los hombres, pero a dado a estos preeminencia, por razón de lo que ellos gastan en su manutención”.

Por si acaso, es posible que no recibiera el largo comentario anterior en que desmontaba ese sesgo monoscópico en la historia de las mujeres.

Si asi fue disculpe. Pero si se censura este, entenderé lo que cualquiera minimamente dotado de inteligencia puede entender.

Jose Andres dijo...

En el año y medio que tiene este blog afortunadamente no he tenido que censurar ningún comentario, publicando todos los que he recibido.
Si mandaste un comentario y no lo ves publicado no es gracias a una intervención mía.
Si estás de acuerdo te invito por favor a repetir el anterior comentario y si me llega lo podrás ver publicado con total seguridad.
Independientemente gracias por tu visita y por compartir tu opinión, todos los comentarios son siempre bienvenidos.

Guillermo Tell dijo...

Con sencillez: la historia empieza en el neolítico ¿Quién llevaba la peor parte? ¿El cazador que, cubierto con una piel de bisonte, se introducía furtivamente entre las reses que pastaban y disparaba su flecha –a riesgo de morir pisoteado por miles de pezuñas si el animal herido provocaba el pánico del rebaño-, o la mujer que se encargaba después de preparar y almacenar la carne?
Si, en la vida urbana actual, la violencia de todo tipo siega un número de vidas masculinas tres veces superior al de víctimas femeninas, y si esa proporción es cuarenta veces superior cuando se trata de accidentes laborales, el tributo de vidas masculinas que la
humanidad paleolítica debía de pagar para garantizar la supervivencia del grupo era,
sin duda, exorbitado.

La "mujer" como colectivo oprimido por el "hombre" no existe. Las mujeres de las clases altas están en la escala social muy por encima de los hombres de los escalafones inferiores. La tesis de un patriarcado interclasista de labriegos sobre duquesas no parece haber arraigado ni siquiera en los más fértiles campos de alucinógenos...

Ni siquiera en la historia hubo un marido burgués, ni una mujer
proletaria. Hasta Simone de Beauvoir, legataria ideológica de Engels y fundadora del feminismo contemporáneo, reconoce que, en el medio rural, las cargas laborales se han repartido históricamente por igual. Es decir, la inmensa mayoría de la humanidad ha vivido durante milenios en ese pie de absoluta igualdad conyugal garantizado por la pobreza.

Sólo una clase opresora (los hombres)profundamente estúpida se reservaría para sí, al hacer el reparto social de funciones, las más arriesgadas, penosas y difíciles.

Los trabajos de mayor riesgo han sido siempre uno de los privilegios de la masculinidad. La minería, la pesca de altura, la construcción. El número total de policías y bomberos muertos en las Torres Gemelas mientras trataban de salvar vidas humanas fue de 343, todos ellos varones. El número anual de varones muertos en accidente de trabajo en España es casi cuarenta veces (97,4%) superior al de mujeres.

En el hundimiento del Titanic en 1912 "las mujeres y los niños, primero", fue el grito que se sobrepuso al propio instinto de supervivencia. El resultado fue que sobrevivieron el 74% de las mujeres y se ahogaron el 80% de los hombres. Curiosa forma de ejercer el patriarcado opresor, habiéndoles sido tan fácil apoderarse de los botes por su mayor fuerza física.

En su libro "Las Egipcias", Chistian Jacq hace un retrato de la mujer del antiguo Egipto que, desde luego, dista mucho del que correspondería a una "proletaria"
doméstica sujeta a la dominación de su "burgués" marido.

Guillermo Tell dijo...

Grecia ha sido siempre un modelo admirado, la cuna de las ciencias y las artes, el ámbito de máximo esplendor de la antigüedad. Sin embargo, esa aureola no es grata a los ojos del feminismo, porque la mujer griega estaba ausente de la vida pública, relegada en las penumbras domésticas. Y por desgracia para los antiguos griegos y las antiguas griegas, el feminismo, o algunas de sus manifestaciones más nocivas,
hicieron su aparición en la época tardía de la civilización helena y precipitaron su caída. Amaury de Riencourt nos describe así el fenómeno, que guarda preocupantes
paralelismos con la época actual:
"En medio de ese vacío creciente, el feminismo surgió e impuso sus propias metas sociales. La educación se generalizó, pero perdió en profundidad lo que
ganó en extensión; en algunos Estados (Teos y Quíos) se establecieron escuelas mixtas basadas en el modelo de Esparta. […] Se dio prioridad a los
atributos de seducción de la mujer, más que a su dignidad como madre; la consecuencia fue la aversión a la maternidad. El aborto y el abandono de los
recién nacidos se hicieron muy comunes y contaron con la aprobación de los filósofos del momento, que afirmaban que, de ese modo, se reducía el peligro de la superpoblación, con el resultado de que las tasas de mortalidad
empezaron a ser superiores a las tasas de natalidad. El ansia de comodidades y placeres no estaba ya sujeta a ningún temor religioso; el Olimpo desaparecía
lentamente tras la cortina de humo intelectual de los filósofos. Todos los ingredientes de una decadencia clásica se hallaban presentes; la prueba más
destacada fue el acusado descenso demográfico"...
A mediados del siglo II a.C., Polibio describía la crisis demográfica griega en los
siguientes términos, que no desentonarían en cualquier análisis demográfico actual:
"Las gentes de este país han cedido a la vanidad y al apego a los bienes materiales, se han aficionado a la vida fácil y no quieren casarse o, si lo hacen,
se niegan a mantener consigo a los recién nacidos o sólo crían uno o dos, como máximo, a fin de procurarles el mayor bienestar mientras son pequeños y
dejarles después una fortuna considerable. De ese modo, el mal se ha desarrollado con rapidez sin que nadie se haya dado cuenta. […] Entonces, al igual que los enjambres de abejas, las ciudades se vacían de su sustancia y se
extinguen poco a poco."

El acceso a la función pública era la única restricción al trabajo y la propiedad que "sufría" la mujer romana. Para acceder a este "privilegio" habia que sobrevivir al "servido" durante años en las legiones romanas... En realidad, la vida del soldado que hacía posible el bienestar y la riqueza de las matronas romanas era extremadamente dura, por no decir infernal.

Guillermo Tell dijo...

En una jornada memorable del año 195 a.C., las mujeres de Roma ocuparon las calles y cercaron las casas de los dos hermanos Bruto, tribunos de la plebe, para impedir
que pudieran ejercer su derecho de veto, que presentían contrario a sus intereses.
Catón el Viejo, que ejercía ese año el consulado, fue increpado violentamente por las anifestantes cuando se dirigía al Senado. "Cuando consigan la igualdad se
convertirán en vuestras dueñas", advirtió a los senadores en el discurso que nos ha transmitido Tito Livio. ¿Feministas en una época tan temprana? ¿Reivindicaban ya estas mujeres la igualdad en una época en que la vida pública era una actividad de alto riesgo?
En realidad lo que pedían las manifestantes romanas era la derogación de la Lex Oppia. ¿Una ley represora, sin duda, instrumento del patriarcado romano contra sus mujeres? Ni mucho menos. La Lex Oppia se había aprobado veinte años antes, para
conjurar el peligro de aniquilación a manos de Aníbal, y prescribía una total austeridad
de costumbres y la optimización de unos recursos indispensables para hacer frente al invasor. Entre otras cosas, prohibía a las mujeres la exhibición de joyas (cada mujer podía poseer, como máximo, 13,5 gramos de oro) o costosos vestidos purpurados.

De los 34 integrantes de la famosa lista de los reyes godos, no menos de 16 murieron asesinados o en combate. En pleno siglo XVI, los reyes combatían aún al frente de sus tropas.

En tales condiciones es bastante probable que las reinas prefiriesen la condición de consortes, que les daba las ventajas de la realeza y les evitaba trances bastante desagradables. Aun así, reinas hubo, y con tanto poder como cualquier rey varón, pero su condición femenina las eximió, a los ojos de sus súbditos, de la desagradable obligación de conducirlos a la batalla y, en general, también del derrocamiento por decapitación o apuñalamiento, generalmente sustituido, en el caso de las damas coronadas, por expedientes menos severos, como el destierro o la retirada a un convento.

Los más modernos estudios nos ponen ante los ojos la misma realidad: las penas aplicadas a la mujeres por los mismos delitos son notablemente inferiores que las impuestas a los hombres.Ahora bien, cuando esos delitos se examinan y juzgan bajo el haz de luz monoscópico de la ideología dominante (el inverosimil victimismo feminista), la benevolencia de los tribunales, o incluso la impunidad, están garantizadas.

Durante milenios, el sistema penal de nuestro ámbito mediterráneo ha sido incomparablemente más riguroso con los hombres. Recordemos, por ejemplo, que la pena de muerte más atroz, la crucifixión, fue siempre un privilegio masculino. Durante milenios, el grupo social ínfimo, la hez de la hez, ha estado integrado exclusivamente por varones. Me refiero a los galeotes, que pasaban gran parte de su vida, si no toda ella, remando bajo el látigo del cómitre, encadenados al banco en el que dormían, comían y hacían sus necesidades, privados de todo derecho y de toda esperanza. En el escalafón social, no queda nadie por debajo de ellos. En la batalla de Lepanto se enfrentaron 250 galeras cristianas (de España, Venecia y la Santa Sede) frente a un número aproximadamente igual de galeras turcas, lo que nos pone el número de galeotes por encima de los cien mil. Miles de patriarcas que, durante siglos, se sucedieron incesantemente en el disfrute de los placeres de un interminable crucero mediterráneo. Tal como andan los tiempos, no faltará quien lamente que la actividad remera haya estado reservada exclusivamente a los varones...
¿Así se escribe la historia?

superacion personal dijo...

En la actualidad el hecho que la mujer deje el hogar , para ir a trabajar a ocasionado una cantidad de problemas a la sociedad, pero la solucion no es que la mujer deje el hogar, sino que deique un tiempo a su familia

Profesor Rahmanicus dijo...

Gracias a Guillermo he podido entender lo que significa LA VISIÓN MONOSCÓPICA. Estaba a punto de llorar por el drama de la mujer a lo largo de la historia cuando el drama verdaderamente aterrador es "el recorrido de espanto" por el status de los hombres. Incluso entre un rey y una reina la tragedia, el sacrificio y el sufrimiento de los hombres es incomparablemente superior para los hombres. Y tener que soportar toda esa propaganda feminista. Pobre victimas. Con razón enseñan a sus hijos que "los hombres no lloran". Bien saben que quien no llora no mama. Toda esa cultura milenaria pesa mucho, mucho. Arrancárnosla de encima exige un esfuerzo activo. Ojala consigamos erradicar la violencia contra las hombres. Al cabo de un años 500 hombres se suicidan por las arbitrariedades de los juzgados de familia. Saludos cordiales.