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17 de julio de 2009

~ Los mayores disparates de los emperadores romanos

Hay que reconocer que buena fama nunca han tenido los gobernantes de la antigua Roma; envenenamientos, fratricidios y parricidios, conducta sexual extravagante, bacanales, banquetes pantagruélicos, crueldad, sadismo...

Todos los signos que mostraban la decadencia del Imperio parecían encarnados por sus dirigentes, estos son los mayores disparates hechos por los Emperadores Romanos.

¿Por qué quería Heliogábalo cortarse el pene?

Homosexual y obsesionado con las deidades fálicas y los hombres bien dotados, Heliogábalo (218-222dC) estaba empeñado en convertirse en una mujer.
Preguntó a los médicos si podían idear la manera de introducir en su cuerpo una vagina por medio de una incisión y les prometió a cambio enormes sumas de dinero. Dión Casio.Historia Romana.
Claro está que no encontró ningún Galeno que se atreviese a semejante disparate, de forma que, frustado, intento amputarse varias veces el pene mientras adoptaba actitudes cada vez más femeninas y se prostituía en el Palacio Imperial.
Reservó una habitación en el palacio y allí cometía sus indecencias, permaneciendo siempre desnudo en el umbral, como hacen las prostitutas, y moviendo la cortina que colgaba de anillos dorados, mientras que en una voz suave y conmovedora se ofrecía a los que pasaban por el corredor. Dión Casio. Historia Romana.
Finalmente, fue asesinado por la Guardia Pretoriana.



¿Por qué obligó Claudio a los Romanos a tirarse pedos?

Comparado con los demás emperadores Claudio queda en un buen lugar, pero hay que reconocer que el hombre también tenía lo suyo.

Fue el emperador más menospreciado por sus contemporáneos, era feo, cojo (los romanos llegaron a utilizar su nombre como sinónimo de cojera, ha tenido un accidente y se ha quedado Claudio), lo consideraban medio tonto (su madre utilizaba la frase Es más tonto que mi hijo Claudio), su abuela nunca le habló directamente, cuando tenía algo que decirle le escribía una carta, sufría epilépsia, era tartamudo, en reposo echaba espuma por la boca y tenía numerosos tics.

Por si fuera poco sufría flatulencias, y sufría una enorme vergüenza al dejar escapar sus gases en público, que no eran ni esporádicos ni silenciosos, la solución se la dio su médico personal, un griego llamado Jenofonte, Claudio promulgo una serie de leyes que obligaban a los cortesanos, en su presencia, a tirarse dos ventosidades por cada una de la suyas y recomendó a la población no reprimir sus gases, tirarse pedos, decía, era una costumbre muy saludable.

Finalmente, Claudio fue envenenado con un plato de setas por su última mujer, Agripina, para elevar al trono a su hijo Nerón.

Pero el pobre Claudio no se gano el respeto de los romanos ni una vez muerto, Séneca le dedicó una sátira llamada Apocolocyntosis divi Claudii, metamorfosis de la cabeza de Claudio en calabaza, que obtuvo un arrollador éxito en su época, miembros de su propia familia llegaron a decir que nunca se habían reído tanto.


¿Quién era el compañero de farras de Calígula?

Es difícil decir cuál fue el mayor disparate del emperador más loco, pero entre ellos estuvo el de nombrar senador, cónsul y sacerdote a su caballo, Incitatus (Impetuoso).

Calígula quería a su caballo más que a ningún otro ser humano y se lo demostró.

Mandó construir para él una caballeriza de mármol, un pesebre de marfil y, más tarde, una casa-palacio con jardines, 18 sirvientes y mobiliario de lujo para que recibiese a las personas que le mandaba como invitados. El caballo dormía con mantas de color púrpura (el tinte más caro en la Antigua Roma, reservado a la familia imperial) y llevaba collares de piedras preciosas.

Incitatus era un caballo de carreras que, como tal, participaba en las competiciones celebradas en el Hipódromo de Roma. La noche anterior a una competición, el emperador dormía junto al animal y se decretaba un silencio general que nadie podía violar en toda la ciudad bajo pena de muerte, con el fin de que nada perturbase el descanso del animal.

Al parecer, Incitatus sólo perdió una carrera en su vida, tras la cual Calígula ordenó al verdugo que matase lentamente al jinete del caballo ganador para asegurarse de que sufriera.

Tras la carrera, para celebrar cada victoria, Calígula celebraba orgias de varios días donde practicaba incesto con sus distintas hermanas o las obligaba a prostituirse continuamente, en las orgías, claro está, estaba presente también Incitatus.

Al final de su reinado Calígula era tan odiado y temía tanto por su vida que, por su seguridad, llegó a prescindir de la Guardia Pretoriana contratando a mercenarios Germanos, fue asesinado, en un complot del senado, por miembros de su antiguos pretorianos.



Fuente:
Colección Cómo vivian los Romanos

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los romanos fueron virtuosos a la par que crueles y viciosos. Roma como gran capital del mundo conocido era un pozo sin fondo que corrompía a quien se acercara a ella. Calígula y Claudio fueron dos de los últimos ejemplos de "romanos de pura cepa" (la diantía Julio-Claudia) que sucumbió entre sus propias conspiraciones y purgas. Heliogábalo es un ejemplo de cómo Roma pudo corromper a una dinastía tan virtuosa como los Severos.

Siempre interesantes tus contenidos. Por ello te he dejado un premio en mi blog.

Un saludo

sanyes dijo...

Que Roma era un pozo sin fondo que corrompía a quien se acercara a ella...es muy relativo.No es que la Roma de inicios de la República fuera un remanso de paz, pero me inclino a pensar que fue Roma la que degeneró con el contacto con el mundo,no al revés.Ya lo dijo Juvenal en el siglo I:"Hace tiempo que las aguas del Orontes se desbordaron en el Tíber...".Y el Orontes es un río de Siria, de ese Oriente misterioso del que provino Heliogábalo, por ejemplo, aunque la familia Severa era, curiosamente, descendiente de familia púnica.Las vueltas que da la vida,un descendiente de Cartago emperador de Roma...si es que la globalización hace cosas muy,muy raras!